Luis Manuel González ha trabajado como taquillero e informador de Renfe en todas las estaciones de tren con las que ha contado Gijón hasta la fecha. Comenzó hace más de 30 años en la Estación del Norte (hoy Museo del Ferrocarril), y en 1990 se trasladó a la estación Jovellanos. Está acostumbrado al movimiento, como el de los miles de trenes que sus ojos han visto pasar. El domingo dejará atrás 21 años de trabajo en la Jovellanos y se trasladará a la estación provisional de Sanz Crespo. Los trenes de Renfe comenzarán ese día a llegar y salir de la nueva dársena, en lo que es el pistoletazo de salida de la eliminación de la barrera ferroviaria.
Luis Manuel González es uno de los trabajadores más veteranos de la estación Jovellanos. “Cuando la hicieron, en 1990, también decían que era provisional, y aquí seguimos”, señala, con cierta sorna. María José Olay, supervisora de la estación, y Pedro López, interventor, asienten con una sonrisa en los labios. “Los ascensores que había construido sólo funcionaron el día de la inauguración, y las escaleras mecánicas duraron días”, recuerda María José Olay. Entre los tres suman 58 años de servicios en la estación Jovellanos. Una etapa que termina pasado mañana.
Atrás quedarán cientos de vivencias, de alegrías y también de disgustos. A Luis Manuel González, por ejemplo, se le han quedado grabados varios accidentes y algún que otro intento de suicidio. “Una vez se tiró uno a las vías pero cayó mal y el tren le arrancó un brazo de cuajo. Eso no se me olvida. O una chica, hace poco, que cayó a las vías y se la llevó un tren por delante”, rememora González. Para María José Olay, sus 18 años en Jovellanos también han dado para mucho, bueno y malo. En el haber, la amistad y colaboración de los compañeros. En el debe, los tiempos en los que la pasarela de acceso a la dársena se convirtió en foco de conflictos. “Aquí venían muchos indigentes a dormir. Traían hasta colchones. Pero lo peor es que hubo un tiempo en que había hasta atracos. Por haber, hubo hasta un intento de violación. Hubo que cerrar el pasadizo”, recuerda Olay. Esos problemas desaparecerán en la nueva estación: “Gijón no es la misma ciudad y, además, las medidas de seguridad han mejorado muchísimo”, señala la supervisora de la estación.
“La de gente que habré apeado yo del tren por no querer pagar”, exclama Pedro López, interventor en trenes de Renfe desde 1992. López será de los primeros trabajadores de la compañía en estrenar los servicios desde Sanz Crespo: será uno de los interventores del Alvia con destino a Madrid que salga a las 07.00 horas del domingo de la nueva estación. “Yo creo que la estación está muy bien. Eso que se dice de la pérdida de centralidad es relativo. Las quejas van a durar hasta que la gente se acostumbre”, señala Pedro López, que no cree que la posible retirada de los buses lanzadera reste clientes a Renfe y Feve. “Hay dos líneas de autobuses urbanos que dejan a la gente a la puerta de la estación. No hay razón para quejarse”, asevera.
Los tres trabajadores de Renfe coinciden en que la estación provisional será un avance en todos los sentidos. “Vamos a ganar los trabajadores y los usuarios”, señala María José Olay, que sólo pone un único pero: “No hay ventanas ni ventilación”, lamenta. La unificación de servicios es otro de los puntos a favor de la estación de Sanz Crespo.
“No era lógico que una ciudad como Gijón tuviera dos estaciones en 500 metros”, apunta Pedro López. “hay que tener en cuenta que Jovellanos es una estación muy cara de mantener”, apostilla María José Olay.
En cuanto al término “provisional”, los tres esbozan una sonrisa sarcástica. “A ver hasta cuándo es provisional”, señalan. “Eso que dicen de que en cuatro años estará construida la intermodal habrá que verlo. Creo que ya no voy a llegar. Me jubilaré antes”, remacha González. Los tres dejarán el domingo su cita diaria con Jovellanos.
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