China une sus 2 principales ciudades con una línea de tren de alta velocidad que puede alcanzar los 350 kilómetros por hora. El proyecto exhibe el nuevo estatus adquirido por China como potencia emergente y no es casualidad que se inaugure hoy (1/07) coincidiendo con el 90 aniversario de la creación del Partido Comunista de China.
Habrá que acostumbrarse a este tipo de noticias. El poderío económico que ha adquirido el gigante asiático ira exponiéndose ante el mundo en términos de logros como los informados ayer (30/06): la inauguración del puente sobre el mar, o el gasoducto, mas grandes del mundo, para citar algunos ejemplos (ver nota relacionada).
Hoy (1/07), coincidiendo con el 90° aniversario de la creación del Partido Comunista, China inaugura el trayecto Beijing-Shangai de su tren de alta velocidad.
La nueva línea de ferrocarril de alta velocidad recorre los 1.318 kilómetros que separan la capital política, Beijing, de la capital económica, Shanghai, en unas 5 horas, informa Asiared.
La velocidad no es la única cifra récord que envuelve este proyecto. Todas las magnitudes de esta gran infraestructura son espectaculares, desde el recorrido, que convierte los 1.318 kilómetros en la línea de alta velocidad más larga del planeta, hasta el presupuesto, US$ 300.000 millones, e incluso la ejecución, puesto que se ha construido en tan solo 39 meses.
Las escasas 5 horas muestran el gran salto que ha conseguido la tecnología china. Hace sólo 20 años el tren tardaba 18 horas en conectar las 2 ciudades y hasta esta semana el trayecto se realizaba entre 10 y 12 horas, según el tren.
El proyecto, que simboliza el poderío de China y la velocidad de su desarrollo, no se ha podido ahorrar las críticas. Se ha cuestionado la inversión, la seguridad –se alcanza una velocidad más alta--, el impacto medioambiental y, por descontado, la corrupción que ha salpicado todo el desarrollo de la infraestructura.
En febrero, el ministro de Ferrocarriles y miembro del Comité Central del PCCh, Liu Zhijung, fue cesado, detenido y procesado por corrupción.
Las críticas sobre la seguridad han llevado a rebajar la velocidad y aunque las autoridades anunciaron con orgullo que el 3/12/2010 se alcanzó un récord de 486 km/h en un tramo de la línea y con un tren destinado al servicio regular, no un prototipo, la explotación se realiza a velocidades más bajas, incluso menores a los 350 Km/h que aseguran que puede alcanzar con normalidad.
La línea tiene 2 velocidades, unos trenes circularán a 250Km/h y el billete será más económico y otros a 300 Km/h con precios más caros (entre US$ 86 y US$ 270) dirigida a los clientes del mundo de los negocios que valoran más el tiempo.
El nuevo ministro de Ferrocarriles, Hu Yadong, ha replanteado el trabajo de su antecesor. Aunque la apuesta por la alta velocidad sigue siendo clara, incluso se define como una misión patriótica, se limarán los excesos y se abandonarán los proyectos más ambiciosos.
Durante la etapa de Liu, el endeudamiento del ministerio subió de los US$ 24.000 millones en 2006 a los US$ 115.000 millones a finales de febrero de 2011.
Hu Yadong ha asegurado que la apuesta es un desarrollo más sostenible, con velocidades más bajas y reducción de costes.
En 2010 China tenía construidos 8.358 kilómetros de línea de tren de alta velocidad y el gobierno ha previsto ampliarla hasta los 45.000 kilómetros para 2015.
China se muestra orgullosa de su tecnología de alta velocidad. Asegura que ha sabido transformar la tecnología que compraron a empresas punteras como Siemens, Alstom, Kawasaki o Bombardier para innovar y crear un producto propio que se ve capaz de exportar.
De hecho ya está realizando proyectos en Arabia Saudí y Turquía y estos días el primer ministro chino, Wen Jiabao, ha intentado vender la alta velocidad en su viaje al Reino Unido para una línea que una Midlands con el Norte.
Sin embargo las críticas, incluso desde el interior del país, aseguran que la tecnología sigue siendo básicamente extranjera, el aumento de la velocidad no es seguro, la inversión es muy difícil de recuperar y sobre todo los megaproyectos de alta velocidad aumentan la brecha entre ricos y pobres ya que una inmensa parte de la población no se beneficia de ella.
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