domingo, 3 de julio de 2011

Sapucái (Grito)

Un ‘grito’ de esperanza se ha lanzado el día de la reunión en el Ferrocarril Central del Paraguay el pasado miércoles 15 de junio con la presencia del Sr. intendente de Sapucái, Miguel Cuevas; el director del Ferrocarril Central del Paraguay, Marcelo Wagner; la ministra de Turismo, Liz Cramer; el secretario General de la Comisión Nacional Paraguaya de Cooperación con la Unesco, Dr. Pedro Gómez de la Fuente, representantes de la industria metalúrgica nacional y otras altas autoridades del sector público y privado.

Sapucai (Grito)
Beatriz González de Bosio
La intención es la puesta en valor del emblemático sitio que fuera estación del ferrocarril paraguayo inaugurado en época de Don Carlos Antonio López, en el marco de la modernización del Paraguay y la transferencia de la Revolución industrial inglesa a nuestro país, para postularlo a ser declarado “patrimonio de la humanidad” por la Unesco.    

Patrimonio es lo que se recibe, se salvaguarda y se transmite, y es responsabilidad de cada generación hacerlo.    

Sabemos que El PATRIMONIO es un cimiento sobre el cual un pueblo edifica su memoria y que el patrimonio configura la identidad.    

La memoria es la base de la personalidad individual, de igual modo que la tradición es la personalidad colectiva de un pueblo.    

Miguel de Unamuno, escritor español, señalaba: “Vivimos en y por el recuerdo, y nuestra vida espiritual en el fondo no es más que el esfuerzo que hacemos para que nuestros recuerdos se perpetúen y se conviertan en esperanza, para que nuestro pasado se transforme en porvenir”.    

Por otro lado, para ser declarado como tal, el patrimonio debe reunir las características de: ÚNICO, IRREMPLAZABLE, AUTÉNTICO, y de VALOR UNIVERSAL EXCEPCIONAL.   

Sapucái es uno de los distritos del departamento de Paraguarí. Se encuentra, aproximadamente, a 92 km de nuestra ciudad capital y evoca un pasado de gloria de la República del Paraguay.    

Es una típica ciudad construida alrededor de la estación ferrocarrilera, de interesante trazado urbano. La Villa de los Ingleses de la ciudad se trata del pequeño barrio donde se encuentran los talleres del antiguo Ferrocarril Central Presidente Carlos Antonio López (FCPCAL) y las casas de los trabajadores de dicho lugar.    

Partiendo de la ciudad de Asunción por la Ruta Nº 1, Mcal. Francisco Solano López, hasta llegar a la capital del departamento de Paraguarí, que dista 66 km, se toma un ramal ahora pavimentado de aproximadamente 24 km para llegar a Sapucái.    

Haciendo un poco de historia recordemos que en 1856 llega al Paraguay la primera locomotora a vapor, iniciándose así la presencia del ferrocarril como medio de comunicación de alta velocidad que imprime al país un ritmo por primera vez superior a la tracción 
animal.    

Lastimosamente, luego, todo el material de acero tuvo que ser fundido para fabricar armamentos durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870).    

El ferrocarril paraguayo fue inaugurado en 1861 con el trayecto Asunción - Trinidad.    

En 1887, se empezaron las construcciones de las estaciones de Escobar, Sapucái y Caballero, entre otros.    

En Sapucái, se instalaron los talleres más grandes del Ferrocarril Central del Paraguay. Es por eso que en las inmediaciones de la estación de Sapucái y de los talleres, se construyeron casas para que vivan los trabajadores del ferrocarril y los ingenieros ingleses que se encargaban de la parte técnica.    
   
Los ingleses trajeron consigo el entonces novedoso deporte del fútbol, y se cuenta que los primeros encuentros tanto de varones como de mujeres se hicieron en Sapucái.    

Un instrumento relevante de cooperación internacional es la CONVENCIÓN SOBRE PROTECCIÓN DE PATRIMONIO DE LA UNESCO, de 1972, que entró en vigencia en diciembre de 1975.    

Es un texto de 38 artículos que la Unesco y los países signatarios se comprometen a colaborar para proteger el patrimonio mundial.    

Este documento internacional define como patrimonio cultural a los monumentos pero también a “los conjuntos: grupos de construcciones aisladas o reunidas cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia”. En nuestro país sobresalen ejemplos como el de SAPUCÁI, testimonio de una época en que la mejor tecnología del momento era introducida al Paraguay con resultados altamente positivos.    

Un patrimonio industrial, como nueva categoría, a partir de la Reunión sobre Políticas Culturales de Estocolmo de 1998, con Turismo Cultural y Paisaje Cultural.    

Se suma al circuito del ferrocarril que uniera Asunción con Villarrica, un patrimonio natural también excepcional. El art. II de la Convención es el corolario del primero y define lo que se considerará patrimonio natural: “Los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o por grupos de esas formaciones que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o científico, y las formaciones geológicas y fisiográficas”, que suponemos conforman el conjunto montañoso que rodea la ruta del ferrocarril rumbo a la ciudad de Villarrica pasando por Escobar, Caballero, Ybytimí y otros emblemáticos parajes.    

En el marco de los Compromisos de los Estados Parte, por los artículos  5º y  6º, nuestro país se compromete a procurar “dentro de lo posible:    Adoptar una política general encaminada a atribuir al Patrimonio Cultural y Natural una función en la vida colectiva; Instituir en su territorio o si no existen, uno o varios servicios de protección, conservación y revalorización del Patrimonio Cultural y Natural; Desarrollar los estudios y la investigación científica y técnica; Adoptar las medidas jurídicas, científicas, técnicas, administrativas y financieras adecuadas y facilitar la creación de centros nacionales de protección conservación y revalorización del patrimonio”.    

Para el efecto, consideramos que los programas educativos podrían cumplir una gran función.    

Los Estados Parte deberán hacer todo lo posible por estimular en sus pueblos el respeto y el aprecio del patrimonio cultural y natural definidos en los artículos 1º y 2º de la presente Convención.    

Igualmente los Estados Partes se comprometen a informar ampliamente al público sobre las amenazas que pesen sobre ese patrimonio. También informarán acabadamente sobre los pasos y actividades emprendidos en aplicación de la presente Convención.    

Naturalmente el mejor vehículo para ello es el sistema educativo formal, no cabe duda. Hoy hablamos de “educar en patrimonio” como una necesidad perentoria. Se entiende que una niñez y juventud estudiosa comprometida con la preservación y valorización del patrimonio es la mejor garantía para una sociedad. Y sumarnos todos a ese proceso valorativo de nuestro rico acervo patrimonial es un reto impostergable.    

La protección del patrimonio a escala nacional es en muchos casos incompleta, dada la magnitud de los medios que requiere y la insuficiencia de recursos económicos, científicos y técnicos del país en cuyo territorio se encuentra el bien que ha de ser protegido. Requiere de una inversión en infraestructura, organización y recursos humanos.   

Lamentablemente, a los depósitos del Ferrocarril Carlos Antonio López han ido a morir la gran mayoría de las locomotoras y los vagones, que por mucho tiempo recorrieron las campiñas paraguayas.    

El lugar, conocido popularmente como el cementerio de los trenes, inspiró un capítulo de Hijo de Hombre, del escritor Augusto Roa Bastos, cuando describe que los jefes de una dictadura militar enviaban un tren fantasma cargado de explosivos para detener a un convoy lleno de revolucionarios campesinos    que avanzaban desde Sapucái. Por un involuntario atraso, el tren no salió a tiempo, y el choque mortal se produjo en la misma estación del pueblo, con una terrible explosión que convirtió en ruinas todo el sector.    

Estas son expresiones tangibles e intangibles elocuentes, excepcionalmente vitales y bullentes del itinerario de los hombres, los grupos y las comunidades de América Latina, mercosurianas y paraguayas. 

Las ciudades y los pueblos nos muestran su cultura, la tienen en la palma de la mano, la tienen en cada esquina, en cada recodo donde hay una impronta humana, y es responsabilidad de todos recuperarla y ponerla en valor. De nosotros dependerá que el ‘grito’ de esperanza se oiga y se vuelva realidad.

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