miércoles, 7 de septiembre de 2011

Convierten vagones de ferrocarril en "yates sobre rieles"


Los pasajeros que abordan el tren Silver Star No. 91 en la Estación Penn de Nueva York no lo saben, pero desde hace mucho alguien ya apartó el mejor asiento en ese viaje.

Se trata de Chuck Jensen, un empresario que al igual unas 80 de personas en todos el país posee un vagón pullman con asientos de piel y vista panorámica que está conectado al final del tren.

Viajar en tu propio vagón es divertido, pero no barato, Jensen estima que gastó 450 mil dólares en la restauración del carro, construido en 1923. Y debe desembolsar otros 10 mil cada año para hospedaje, seguro y mantenimiento.

El propietario dice que usa parte de los ingresos que obtiene al rentar el vagón para paseos de grupos en costear los gastos que genera el poseer tan peculiar medio de transporte.

Este hobbie oneroso representa un buen negocio para la compañía de ferrocarriles Amtrak, que remolca alrededor de 35 carros al mes.

La empresa cobra 2.10 dólares por milla —la tarifa se reduce a $1.60 dólares por vagón adicional— más 100 dólares por resguardarlo una noche en sus estaciones.

Un viaje de Nueva York a Washington cuesta alrededor de 470 dólares y de Washington a Chicago unos mil 600. Esta cifra no incluye los gastos de la tripulación ni los entre 500 y mil 800 dólares que los dueños pagan por remolcar sus carros de las bodegas donde los albergan a las instalaciones de Amtrak.

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