Hubiera sido una de las mejores formas de celebrar el Bicentenario de la Independencia patria y de brindar un homenaje a los estadistas que, como don Carlos Antonio López, le dieron al país lo mejor de la modernidad en su momento. Ahora sabemos que el ferrocarril pudo haber sido un Patrimonio de la Humanidad y así se lo hicieron saber al Gobierno, pero fue en vano.
Una de las mayores riquezas del ferrocarril nacional se encuentra en Sapucái, donde existe un taller cuyas máquinas son movidas todas a vapor. |
Es increíble ver hoy el grado de deterioro al que ha llegado la gran riqueza histórica que ha acumulado a lo largo de los últimos 150 años el otrora Ferrocarril Central Pdte. Carlos Antonio López (FCPCAL) y es inevitable el sentimiento de pena cuando uno se entera de que expertos conectados a la propia Naciones Unidas pidieron al Gobierno de nuestro país que lo preserve a fin de plantear su candidatura a Patrimonio de la Humanidad.
Esta intención se revela en una carta escrita en 1999 al entonces presidente de la República, Luis A. González Macchi, por el economista e historiador Ian Thompson, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), un organismo de las Naciones Unidas. Nuestro diario accedió al texto de dicha misiva a través de un archivo electrónico dedicado al ferrocarril.
Ya en el primer párrafo, Thompson aclara al mandatario que la propuesta que eleva lo hace a título personal y en nombre de más de 40 especialistas, personalidades e instituciones del ámbito ferroviario de los más diversos países de América, Asia y Europa (cuyos nombres constan en un texto anexo) que valoran “la importancia histórica” del FCPCAL, “especialmente en el tramo más antiguo: Asunción-Sapucái”.
Le recuerda que la inquietud ya había tenido un consenso en las Primeras Jornadas Internacionales sobre la Preservación del Patrimonio Ferroviario Histórico, organizadas por la Asociación Latinoamericana de Ferrocarriles (ALAF) precisamente en Asunción, en octubre de 1997.
Allí, los “delegados propusieron la conveniencia de solicitar a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que el tramo Asunción-Sapucái sea declarado parte integral del Patrimonio de la Humanidad por sus exclusivas características históricas”.
El último a vapor
Thompson también le hizo saber al Gobierno nacional que nuestro ferrocarril era el último en el mundo que estaba siendo operado a vapor en un 100%, por lo que consideraba plenamente justificada su conservación en condiciones operativas por lo menos entre la capital y Sapucái, donde se encuentran los talleres principales.
Sobre el resto del desplazamiento ferroviario, es decir el tramo Sapucái-Encarnación, el experto recomendó dejarlo por entonces en “condición inoperativa (...), mientras se lleve a cabo una evaluación de las opciones de transporte en ese corredor”.
Lejos de seguir estos consejos, los gobiernos sucesivos y las autoridades del ferrocarril llegaron incluso a vender en el 2004, y para peor como chatarra, todas las vías entre Sapucái y la capital itapuense, además de suspenderse años antes todo el servicio regular. La mayoría de las estaciones fueron abandonadas y se rapiñaron otros puntos de las vías, tanto que hoy es imposible llegar siquiera a Luque. El llamado Tren del Lago o Turístico, que llevaba pasajeros hasta Areguá, también suspendió su servicio en 2009 y hace cinco meses pasó lo mismo con las locomotoras que movían cargas en Encarnación, por un corto tramo.
Hoy el FCPCAL, convertido en Fepasa, está prácticamente en quiebra y sin funcionarios. Sobrevive con una indemnización de US$ 450.000 que le entregó Yacyretá en marzo pasado.
Esta intención se revela en una carta escrita en 1999 al entonces presidente de la República, Luis A. González Macchi, por el economista e historiador Ian Thompson, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), un organismo de las Naciones Unidas. Nuestro diario accedió al texto de dicha misiva a través de un archivo electrónico dedicado al ferrocarril.
Ya en el primer párrafo, Thompson aclara al mandatario que la propuesta que eleva lo hace a título personal y en nombre de más de 40 especialistas, personalidades e instituciones del ámbito ferroviario de los más diversos países de América, Asia y Europa (cuyos nombres constan en un texto anexo) que valoran “la importancia histórica” del FCPCAL, “especialmente en el tramo más antiguo: Asunción-Sapucái”.
Le recuerda que la inquietud ya había tenido un consenso en las Primeras Jornadas Internacionales sobre la Preservación del Patrimonio Ferroviario Histórico, organizadas por la Asociación Latinoamericana de Ferrocarriles (ALAF) precisamente en Asunción, en octubre de 1997.
Allí, los “delegados propusieron la conveniencia de solicitar a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que el tramo Asunción-Sapucái sea declarado parte integral del Patrimonio de la Humanidad por sus exclusivas características históricas”.
El último a vapor
Thompson también le hizo saber al Gobierno nacional que nuestro ferrocarril era el último en el mundo que estaba siendo operado a vapor en un 100%, por lo que consideraba plenamente justificada su conservación en condiciones operativas por lo menos entre la capital y Sapucái, donde se encuentran los talleres principales.
Sobre el resto del desplazamiento ferroviario, es decir el tramo Sapucái-Encarnación, el experto recomendó dejarlo por entonces en “condición inoperativa (...), mientras se lleve a cabo una evaluación de las opciones de transporte en ese corredor”.
Lejos de seguir estos consejos, los gobiernos sucesivos y las autoridades del ferrocarril llegaron incluso a vender en el 2004, y para peor como chatarra, todas las vías entre Sapucái y la capital itapuense, además de suspenderse años antes todo el servicio regular. La mayoría de las estaciones fueron abandonadas y se rapiñaron otros puntos de las vías, tanto que hoy es imposible llegar siquiera a Luque. El llamado Tren del Lago o Turístico, que llevaba pasajeros hasta Areguá, también suspendió su servicio en 2009 y hace cinco meses pasó lo mismo con las locomotoras que movían cargas en Encarnación, por un corto tramo.
Hoy el FCPCAL, convertido en Fepasa, está prácticamente en quiebra y sin funcionarios. Sobrevive con una indemnización de US$ 450.000 que le entregó Yacyretá en marzo pasado.
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