domingo, 26 de febrero de 2012

DESASTRE PREVISIBLE


Los lectores de DIARIO POPULAR deben tener preguntas similares a las que me atormentan, pero sobre todo una, ¿por qué? ¿Por qué mueren 51 personas y centenares quedan heridas cuando un tren choca contra la estación al que arriba y en lugar de frenar se lleva puesto el andén? Imposible desasociar la crónica política de un desastre tan colosal. No hay “política” en la Argentina que pueda despegarse de las angustias y tribulaciones de la vida cotidiana del pueblo. Mucho, muchísimo antes del desastre de Plaza Once se sabía perfectamente que la situación del transporte ferroviario en la zona metropolitana es catastrófica. La gente viaja en condiciones de suprema penuria y la inseguridad evidente del sistema ni siquiera necesitaba esta nueva matanza para que se supiera de su existencia.
En la Argentina hay un gobierno que acumula nueve años de vida y pronto superará el record de la longevidad del régimen de Menem, que subsistió diez años y cinco meses en el poder (el kirchnerismo cumplió ocho años y nueve meses en la Casa Rosada). Dicho de manera sencilla: la teoría de las “herencias recibidas” hace tiempo que carece de toda seriedad. Los 51 muertos tras nueve años de lo que el periodista Roberto Caballero describió en el diario Tiempo Argentino como “menemismo ferroviario”, claman al cielo. No hay justificaciones.
Desde diciembre de 2007 a diciembre de 2011, el primer mandato presidencial de Cristina Fernández, la Casa Rosada inyecto 6.817 millones de pesos en subsidios a las “empresas” concesionarias del servicio ferroviario, como Trenes de Buenos Aires entre otras. Es mucho dinero, y sin embargo, cuatro años después el colapso del sistema es demasiado evidente. Quizá no lo advierta una conducción política que vive desplazándose en avión o helicóptero a cualquier parte, pero como herramienta de transporte popular, el tren es hoy una desgracia en la Argentina. El servicio ferroviario funciona con una ficción: empresas privadas que se sostienen solo por el aporte del Estado, ¿qué empresas son? Extraño capitalismo donde el dinero lo pone el contribuyente y las sociedades privadas que tiene el privilegio de ser concesionarias solo están para ganar, nunca para perder. Responsabilidad monumental del Gobierno: ¿Qué racionalidad empresaria se puede reclamar con tarifas congeladas? El sistema de concesiones con subsidios es una de las formas más siniestras de la privatización: los trenes son formalmente explotados por empresas que, a su vez, subsisten por la gracia oficial. La Argentina vio como se montaba un sistema extraordinariamente arcaico y falto de transparencia, pero la sociedad contribuyó al ser literalmente domada por las tarifas congeladas, que fueron la versión “nac & pop” del “deme dos” de los años ‘70 y del “uno por uno” de los ‘90. Todo el mundo miraba para otro lado, en un pagadiós insensato, pero nunca se supo quién “financiaba” el esquema de subsidios a empresarios oficiales y tarifas ridículas para un público dormido en el placer del costo cero.
La emergencia decretada en 2002 ante el colapso del país se convirtió a partir de 2003 en norma permanente: la Argentina vive en emergencia desde 2002. No es incongruente que Ricardo Jaime haya sido el secretario de Transporte de esos años
Números que explican todo: en 2007, el Sistema de Infraestructura Ferroviaria (Sisfer) inyectó $ 367 millones en los concesionarios, mientras que en 2001 la factura llego a $ 3041 millones. Demencial: en los cuatro años del primer mandato cristinista, se multiplico por más de ocho el chorro de dinero desparramado por la Casa Rosada en subsidios a los concesionarios.
Los 11.615 empleados de líneas Belgrano Sur, Roca y San Martín, estatizados por el presidente Néstor Kirchner, recibieron en 2011 nada menos que $ 1.867 millones, a razón de un sueldo promedio de $ 8.415 de sueldo mensual bruto.
La ahora decapitable TBA (Sarmiento, Mitre) recibió desde que asumió Cristina en 2007, $ 421 millones, mientras que a Ferrovías (ferrocarril Belgrano Norte), le dieron $ 160 millones y a Metrovías (Urquiza) $ 351 millones, todas cifras oficiales. 
Los dueños de TBA será ahora satanizados. Al Gobierno jamás le apeteció hacerse cargo de lo que sale mal, y de hecho la Presidenta se fue de nuevo a pasar un larguísimo fin de semana al sur y no se acercó a consolar a los familiares de las 51 víctimas. Los Cirigliano han sido justamente descriptos como hombres del “modelo” oficial, aunque han sido investigados por la Justicia en calidad de sospechoso de haberle comprado un jet al “militante” Ricardo Jaime, secretaría de Transporte durante seis de los años de kirchnerismo. La fórmula de los Cirigliano ha sido definida así: trenes baratos, subsidios multimillonarios, cero competencia y vista gorda del Estado. Pero no fue solo la formula de ellos para ellos: esa fue la política del Gobierno hasta esta semana. ¿Alguien cree que a esta altura del viaje esta política puede cambiar sin que se produzcan tremendos y hasta imprevisibles sobresaltos? Preguntas por todas partes, una colosal tragedia para centenares de personas y un país que se sigue desayunado con esta terrible verdad: cuando mas adjetivado, artificial y pedante es el “relato” de una victorias inexistentes, más dura es la confrontación con la triste, elocuente realidad. 

1 comentario:

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