miércoles, 22 de febrero de 2012

Crónica de un servicio ineficiente: un viaje en tren de Junín a Buenos Aires

Una periodista del diario Democracia y un testimonio para reflexionar
Hace unos días decidí emprender un viaje en tren desde la ciudad de Junín a Buenos Aires. Llovía mucho y viajar en la Ruta 7 con poca visibilidad es, a mi juicio, demasiado peligroso. Por Florencia Delia Lebensohn.
Hace unos días decidí emprender un viaje en tren desde la ciudad de Junín a Buenos Aires. Llovía mucho y viajar en la Ruta 7 con poca visibilidad es, a mi juicio, demasiado peligroso. ¡Qué mejor que la seguridad del tren! -me dije y así me dispuse a comprar un boleto de tren-.
Busqué en Internet y al ratito encontré la página adecuada: www.ferrobaires.gba.gov.ar. En la sección servicios comprobé que el ramal Junín-Buenos Aires sigue teniendo una frecuencia semanal y dominical de ida y otra de vuelta. Sale de Junín de lunes a viernes a las 4 de la mañana y llega a las 9.38 y los domingos sale a las 15.30 y llega a las 21.01. La vuelta desde Retiro a Junín es de lunes a viernes de 18.15 llegando a las 22.58 y el domingo sale a las 22.00 y llega a las 2.47. Asimismo, se indica en la página web que hay dos clases: una clase pullman con un costo de 46 pesos y una clase turista con un costo de 30 pesos. Inmediatamente pensé que sería conveniente comprar un pasaje lo antes posible. En la sección bocas de expendio de la página web encontré la información que precisaba: la Boletería Junín, teléfono (02362) 43-4855 tiene el siguiente horario de atención: lunes a viernes de 3:30 a 4:30 y de 9 a 11. Sábados de 3:30 a 4:30. Domingos de 15:00 a 16:30.
Cuando llamé por teléfono, era un día lunes a las 17 horas y obviamente no obtuve respuesta. Sin embargo, a poco de explorar la página web se renovó mi esperanza. Una sección rezaba: reserva telefónica e indicaba que: "FERROBAIRES ofrece un nuevo servicio de Reserva de Pasajes llamando al 0810-666-TREN (8736). La reserva expira 72 horas antes de la hora de partida del viaje de no ser confirmada". Mis tres intentos fueron en vano, no logré que nadie atendiera mi llamado. Conclusión: salvo que alguien pueda acercarse al horario acotado de 9 a 11 de la mañana, la única opción que existe es comprar el pasaje antes de la partida, desde las 3.30 a.m. Para un tren que sale a las 4 a.m.
Entonces, esperé a que llegara esa hora. Llego a la estación de tren a las 3.30 de la mañana en punto. Le pregunto al señor que atendía la boletería si me podía vender un pasaje pullman. La respuesta fue contundente: "No, querida, pullman no hay". Inmediatamente le pregunté: "¿Usted sabe cuándo va a haber clase pullman" Mirá "me dijo- hace un año que lo estamos esperando, no sabría decirte". Entonces, saqué la única opción disponible: clase turista.
Alguien me dijo una vez que las masas nunca se equivocan. Aunque creo que en cuestión de ideologías esa afirmación es errónea, cuando uno no conoce el rumbo, es mejor seguir a las masas. Estaba demasiado oscuro y la gente "una veintena de personas- comenzó a entrar al primer vagón. Entré con ellos. ¿El problema" la noche estaba cerrada y no veíamos nada, no había luz en los vagones. Un pasajero, bastante más experimentado a estas peripecias que yo, había llevado una pequeña linterna y con ella iluminaba los números de los asientos. Claro, el problema era que yo ni siquiera conocía el mío, pensaba mirarlo una vez en el vagón, como es lo más lógico. Entonces, no me podía sentar. Intenté alumbrarlo con mi celular pero no conseguí descifrarlo. Me dispuse a esperar. Ahí fue cuando otro viajero impaciente, y algo cansado, empezó a gritar. "Por favor, por favor, prendan las luces". La insistencia de este buen hombre trajo resultados: algún maquinista lo oyó y se apiadó de nosotros. ¡Al fin!- dijo el buen hombre, ¡nos escucharon! Y así, se hizo la luz y todos pudimos ver qué asiento nos había tocado y nos acomodamos.
Una vez sentados la gente empezó a quejarse por otra cuestión: hacía calor. Era pleno enero y la temperatura era agobiante. Muchos viajeros experimentados lograron levantar la pesada persiana de metal para dejar entrar aire fresco. La mía estaba trabada, no se podía subir ni bajar. O, al menos, yo no conseguía hacerlo. La señora sentada enfrente de mí vio mi cantidad de intentos truncos y me ofreció su ayuda. Después de algún esfuerzo, logró subir la persiana que correspondía a mi asiento.
"Bien" -me dije-, al menos estamos sentados, tenemos luz, y conseguimos subir las persianas. Sin embargo, no lograba olvidar las palabras del señor de la boletería: "No sabría decirte". ¿Cuándo mejorará el servicio", ¿Cuándo disfrutaremos de un servicio digno", ¿Cuándo volverá el servicio pullman que históricamente existía entre Junín y Retiro" No se sabe: esa es la única respuesta.
En el ínterin, con el ladrido de los perros como telón de fondo, el tren se puso en marcha. Eran las cuatro de la mañana. Miré el boleto y pensé que había salido a horario, también noté que el boleto no tenía horario de llegada. Al ratito pasó un señor a controlar nuestros boletos y unos minutos más tarde, como a las cuatro y media, unos viejos ventiladores de metal comenzaron a girar lentamente, levantando el polvo que entraba por las ventanas y que yacía en el piso y sobre los asientos de los viejos vagones en los que viajábamos.
El viaje se desarrolló sin mayores sobresaltos. El único, que era algo absolutamente previsible, fue una rotura del tren muy cerca de llegar a Retiro. El tren se paró de golpe y nadie sabía por qué. Una señora dijo que se había roto, pero no hubo, como también era de esperar, ningún anuncio oficial. Habremos estado unos veinte minutos o media hora frenados y luego, con su marcha lenta, el tren volvió a arrancar.
Llegamos a retiro cerca de las 10 de la mañana, a seis horas de nuestra salida de Junín.
Luego de este viaje, pasaré a detallar cuáles son -a mi juicio- las razones por las cuales el servicio que hoy ofrece Ferrobaires es absurdamente ineficiente.
 
Velocidades prehistóricas
 
El recorrido de Junín a Buenos Aires tiene un tiempo estimado de 5 horas 38 minutos. Si todo sale bien, claro. Un promedio bueno es que el tren llegue a destino en 6 horas. La velocidad promedio que alcanzan las viejas locomotoras es de entre 40 y 45 kilómetros por hora a la ida, y a la vuelta, entre 50 y 55. En la época de Ferrocarriles Argentinos, en la década del 90, corrían a 70 kilómetros por hora. En la época en que mi abuelo Moisés dirigía este diario, el 12 de noviembre de 1937, el viaje desde la ciudad de Buenos Aires a Junín demoraba 2 horas 40 minutos yendo a un promedio de 105 a 115 kilómetros por hora (ver reproducción de la nota). 75 años después el viaje demora más del doble. Insólito.
Esta es la progresión:
Año 1937: 105-115 kilómetros por hora, 2.40 horas aproximadas de viaje.
Años 90, 70 kilómetros por hora, 4 horas aproximadas de viaje.
Año 2012: 40-45 kilómetros por hora, 6 horas aproximadas de viaje.
 
Falta seguridad
 
A casi un año del trágico accidente de San Miguel (murieron cuatro personas y 120 resultaron heridas), ocurrido el 16 de febrero del año pasado, entre una formación de Ferrobaires que viajaba desde Retiro a Junín y el vagón furgón de un tren de la línea San Martín, el servicio sigue sin contar con las medidas básicas de seguridad. "El servicio sigue igual o incluso peor al día del accidente", aseguraron fuentes fidedignas. "Las locomotoras que vienen a Junín están a la miseria", afirmaron. Fundamentalmente en verano, los cañadones al costado de la vía también tornan peligroso el viaje, y provocan que los pasajeros tengan que mantener las ventanillas cerradas para evitar lesiones o roturas del vidrio.
 
Falta iluminación
 
Cuando se encendió la luz en el vagón estábamos felices. Pero, ¿cuál es la iluminación que hoy se ofrece" En mi vagón había 18 lámparas, de las cuales 7 estaban en funcionamiento. La luz era tenue y no se apagó en ningún tramo del camino. Según tengo entendido, en los servicios pulman la luz se apaga de noche para que la gente pueda descansar. Y cuando está prendida ilumina correctamente. Pero en la clase turista no. La diferencia, en algo tan básico como la iluminación, no se entiende.
 
Faltan baños adecuados
 
La higiene de los baños es deplorable. Al punto que rara vez se ve a alguien usarlo. Falta higiene, agua y las puertas generalmente no se cierran.
 
Falta limpieza
 
Viajar en tren es sentarse en asientos con polvo y ver cómo este se levanta del piso con el andar de los ventiladores. Es saber que uno se sube al tren con la ropa limpia y se baja con la ropa sucia. La falta de limpieza generalizada no es una novedad, siempre fue así, pero tampoco "claro- se hace nada para mejorar esta situación. 
 
Falta ventilación
 
En el vagón hacía calor y por ello la gente levantó las persianas. De todos los ventiladores existentes en el tren, sólo la mitad funcionaba. Los ventiladores son antiguos (los mismos que en los años 50) andan a duras penas y no ventilan lo necesario. Por ello, la mayoría de las personas se vio obligada a dejar las persianas abiertas durante todo el trayecto.
 
Conclusión
 
Si algo hay de certero es que el servicio que hoy ofrece Ferrobaires es absurdamente ineficiente. Es barato, claro, pero por ello no debería ser malo. Ojalá, algún día, pueda escribir la anhelada crónica de un viaje en tren entre Junín y Retiro que implique un servicio que sea eficiente, competitivo y que ofrezca condiciones de viaje dignas.
 
 
 
ENCUESTA EXCLUSIVA DE DEMOCRACIA
El 82% de los votantes no tiene esperanzas en la modernización del tren que une Retiro-Junín
 
Más de ocho de cada 10 personas que votaron en la encuesta de esta semana publicada en el sitio de Internet de DEMOCRACIA (www.diariodemocracia.com) consideraron que Junín no tendrá un servicio moderno y eficiente de ferrocarriles.
En efecto, el 82,18% de los lectores que participaron del sondeo respondieron negativamente a la pregunta de si "¿Cree que Junín tendrá un servicio de trenes moderno y eficientes"", mientras que sólo el 17,82% contestó afirmativamente.
En total, emitieron su voto 303 personas.
La desconfianza en la recuperación de este servicio de pasajeros, esencial para la vida social y productiva del país, tiene que ver no sólo con las promesas incumplidas del Gobierno nacional, sino con una larga pero persistente historia de desmantelamiento y abandono.
Además, a un año de la tragedia de San Miguel, ocurrida el 16 de febrero de 2011, entre una formación de Ferrobaires que viajaba desde Retiro a Junín y el vagón furgón de un tren de la línea San Martín, el servicio sigue sin contar con las medidas básicas de seguridad.
"Hay muchas fallas en la locomotora, seguimos sufriendo la falta de materiales para reparar las máquinas. Las zapatas de frenado del tren no se entregan en la cantidad necesaria y esto hace que la regulación de los frenos sea inferior", señaló un maquinista de la empresa a este diario.
Muchas veces, afirmaron las fuentes, de los cuatro motores que tiene una locomotora, sólo funcionan dos y son frecuentes las interrupciones del servicio por parte de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) por problemas en las máquinas.
 
Las vías, un "desastre"
 
Otro tema son las vías, que presentan múltiples deficiencias. De hecho, los trenes de Junín a Retiro corren a un promedio de entre 40 y 45 kilómetros por hora, y a la vuelta, entre 50 y 55.
En la época de Ferrocarriles Argentinos, en la década del 90, corrían a 70 kilómetros por hora, y si las vías estuviesen en buenas condiciones, el tren "explicaron los especialistas consultados- podría viajar a 120 kilómetros por hora.
También suele fallar "averiguó este diario- la comunicación con los guardas, a través del sistema de handy, ya que al estar en mal estado hay problemas de emisión y recepción. Es que el guarda es el que "despacha" la formación y muchas veces se producen demoras, justamente, porque el conductor no alcanza a oír al guarda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario