jueves, 13 de octubre de 2011

ESPAÑA - Historias de trenes

ANTONIO SEMPERE ¿Qué pasaría si los trenes Alvia con destino a Madrid volviesen a circular por Alcázar de San Juan? ¿Qué ocurriría si se olvidaran del rodeo por Cuenca durante los catorce meses que restan para que el AVE llegue hasta la estación de Alicante? Ahorraríamos mucho dinero y no pocos nervios. Han transcurrido nueve meses desde que se inició el nuevo trazado y hay que reconocerlo: el trayecto está dando no pocos problemas y no pocos retrasos.
El tiempo de trayecto de Alicante a Atocha por Alcázar era de tres horas y treinta minutos. Las ventajas de la situación actual no se ven por ningún lado. Si todo va bien, que no siempre va, se llega un cuarto de hora antes, pero al impedirnos salir por la planta baja de Atocha, y obligarnos a dar un cansino rodeo al estilo de los aeropuertos, se pierde lo poco que se ha podido adelantar. Los usuarios hemos comprobado cómo en cuanto un AVE o un Alaris adelanta a un Alvia (tienen prioridad) el viaje está arruinado y los parones son constantes, por mucho que se circule por la vía de alta velocidad.
Como mínimo, los dos servicios diarios de Alvia desde Alicante a Gijón y a Santander, en ambos sentidos, deberían replantearse muy seriamente regresar al itinerario original. Desde que llegan a la estación de Chamartín hasta que salen de la de Atocha, o viceversa, transcurre una hora con sus sesenta minutos. Las maniobras, incluido ese momento penoso en el que antes de invertir el sentido de la marcha el tren tiene que cortar el fluido eléctrico, el aire acondicionado y la luz, nos remiten a otros tiempos de la estación de Alcázar. Los del botijo.

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