viernes, 25 de marzo de 2011

La alta velocidad china amenaza con descarrilar por culpa de la corrupción


El ambicioso proyecto chino de tener la mayor red de alta velocidad del mundo, así como exportar su tecnología a otros países, ha recibido un duro golpe en los últimos meses al forjarse en torno a él una red de corrupción y escándalos que ha costado la cabeza del ministro del ramo, Liu Zhijun.
Hasta principios de año, la alta velocidad china rivalizaba con el programa espacial del país en prestigio y perspectivas de futuro: China estaba desarrollando los trenes más rápidos del mundo, quería tener en 10 años más kilómetros de alta velocidad (16.000) que el resto del planeta sumado y obtenía contratos en EEUU, Irán, Kazajistán o Arabia Saudí para exportar su tecnología ferroviaria.
El sueño se tambaleó en febrero, cuando el ministro Liu era destituido por "severas violaciones de disciplina", apenas unos días después de que éste anunciara orgulloso que la "niña bonita" de sus proyectos, la línea de alta velocidad entre Pekín y Shanghái, se inauguraría un año antes de lo previsto, el próximo junio.
Poco después, el subjefe de ingenieros del ministerio, Zhang Shuguang, era destituido por el mismo motivo, mientras la prensa económica comenzaba a destapar todo tipo de escándalos alrededor del ministro Liu, a la postre un peculiar personaje.
A Liu, de 58 años, se le atribuyen 18 amantes, algunas de ellas actrices de la televisión nacional, mientras que su hermano Liu Zhixiang, líder local de la provincia natal de ambos (Hubei) fue condenado a cadena perpetua en 2006 por pagar a unos matones para asesinar a alguien que le había acusado también de corrupto.
Además de estos detalles escabrosos, la corrupción económica también comenzaba a salir a la luz tras las destituciones, especialmente cuando el diario "China Business Journal" aseguró que Liu se quedaba por sistema un 2,5 por ciento del dinero de cada contrato de alta velocidad.
Los problemas económicos del proyecto de alta velocidad se oficializaban esta misma semana, cuando la Oficina Nacional de Auditoría de China reconocía que en la línea Pekín-Shanghái se habían malversado unos 28 millones de dólares (20 millones de euros).
Los escándalos han extendido una sombra sobre el plan de alta velocidad china, que planeaba antes de final de este lustro unir todas las grandes ciudades del país por este medio de transporte y "aparcar" los aviones como medio de transporte entre grandes distancias.
El nuevo ministro de Ferrocarriles chino, Sheng Guangzu, tuvo que salir al paso de estas dudas, y señaló a principios de mes, en la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular (Legislativo), que los proyectos continuarían según lo establecido.
Pero no sólo los casos de corrupción amenazan la continuidad de estos planes: también el masivo endeudamiento que tiene el Ministerio de Ferrocarriles (215.000 millones de euros, según estimaciones de expertos). Y también la escasa afluencia de público de muchos de esos trenes, dado su precio, similar al de los billetes de avión y aún prohibitivo para el bolsillo medio chino.
Trenes de alta velocidad como el Cantón-Wuhan circulan a menudo vacíos, y diarios como el oficial "Global Times" se preguntaban este mes si los esfuerzos por desarrollar estas líneas responden a verdaderas necesidades del mercado o más bien a movimientos para aumentar el prestigio político de los líderes locales.
Los ferrocarriles chinos, que gestionan cada año el mayor éxodo de ciudadanos del planeta (centenares de millones de personas los usan en el Festival de Primavera para viajar con sus familias) han sido motivo de orgullo gubernamental durante décadas, con gestas como el tren al Tíbet, el más alto del mundo, abierto desde 2006.
Pero en los últimos años, el prestigio de la red ha caído, ya antes de los casos de corrupción, pues en 2008 sufrió uno de los peores accidentes de las últimas décadas (una cuarentena de muertos en el trayecto Pekín-Qingdao) y un gran colapso motivado por las nevadas en aquel invierno, que paralizaron el mencionado "éxodo" del Festival de Primavera.
Los trenes chinos, no obstante, esperan un espaldarazo a sus proyectos cuando en junio se inaugure la línea Pekín-Shanghái, que reducirá el trayecto entre las dos principales ciudades del país de las 10 horas actuales a cuatro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario