miércoles, 17 de noviembre de 2010

Muchos trenes y escasas previsiones (Bahía Blanca)

EL tráfico ferroviario se acrecentará en los años venideros en nuestro medio, como consecuencia de la realización de emprendimientos de envergadura en la zona portuaria.
De hecho, uno de ellos ya se encuentra en proceso de construcción, previéndose su apertura para los primeros meses del año entrante. Se trata del complejo de Dreyfus, que incluirá una planta de almacenamiento y un muelle de embarque, entre otras instalaciones. La recepción de la mercadería (soja, en mayor cantidad) se realizará tanto por camiones como por vía férrea.
Por otro lado, están a punto de iniciarse las tareas vinculadas con la radicación de la empresa brasileña Vale do Rio Doce, que transportará cloruro de potasio desde el sur de Mendoza para su exportación al Brasil. El traslado de la mercadería hasta Ingeniero White se hará por ferrocarril, en parte a través de vías que será preciso emplazar desde el territorio mendocino hasta las proximidades del Valle Medio de Río Negro.
Si se sumara el movimiento de ambas realizaciones, circularían no menos de seis trenes diarios (solamente considerando los arribos) que atravesarán sectores urbanizados de nuestra ciudad hasta llegar al área portuaria. Ello supone un apreciable aumento del tráfico ferroviario, que podría configurar un motivo de dificultades para el tránsito de vehículos. De acuerdo con las primeras estimaciones, varios pasos a nivel considerados críticos se verían afectados por el cruce de los convoyes, que vendrían a sumarse a otros que hoy circulan a diario con sus respectivas cargas de productos industriales.
Por lo tanto, queda al descubierto la mora existente respecto de la remodelación ferroviaria, propuesta en sucesivos estudios a lo largo de las últimas décadas, pero nunca afrontada en su real envergadura. Ya en oportunidad de elaborarse el Plan Regulador, a comienzos de la década del 70, mediante el aporte de un equipo de calificados profesionales encabezado por el arquitecto Eduardo Jorge Sarrailh, se sugirió la conveniencia de que Bahía Blanca encarara una reestructuración, a fin de que la expansión urbana no se viera altamente condicionada a los cruces del ferrocarril. La realidad muestra que, hoy, muy poco se ha avanzado en la materia y subsisten situaciones conflictivas para las cuales no se han encontrado las correcciones necesarias.
Con las aludidas inversiones en el área portuaria, que suponen el constante paso de trenes compuestos por 40 o 50 vagones cada uno, la crisis quedará al descubierto con mayor elocuencia. Como se ha dicho, una de aquellas realizaciones se pondrá en marcha de aquí a pocos meses, en tanto que la otra se inauguraría en el año 2013. El tiempo apremia. Habrá que ver si se consiguen las imperiosas decisiones políticas que permitan dotar a Bahía Blanca y su entorno de un esquema ferroviario acorde con la nueva época que se avecina. Caso contrario, los conflictos se multiplicarán.

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