sábado, 1 de octubre de 2011

La situación de los trenes crea un clima propicio al conflicto


Más allá de lo condenable que resultan los actos vandálicos y los daños producidos a un medio de transporte público, las actuales condiciones operativas que registran los servicios ferroviarios no alcanzan a cubrir las necesidades mínimas de los usuarios.
Partidas a horario, coches limpios, seguridad a bordo y más servicios en las horas pico son aspectos que la gran mayoría de los 1,2 millones de pasajeros que se movilizan diariamente en los trenes urbanos han dejado de ver en los últimos años.
Ese deterioro que vienen sufriendo los servicios convierte a los trenes y a las estaciones en un “escenario propicio” no sólo para que los usuarios manifiesten sus broncas, sino también para que los agitadores y violentos salgan a mostrar su capacidad destructiva.
En este contexto, el Ferrocarril Sarmiento constituye un caso especial. Esta línea que transporta diariamente alrededor de 350.00 pasajeros –de los cuales 90.000 se movilizan en las horas pico de la mañana y tarde– ha sido desde el 2003 un blanco reiterado de ataques. Según TBA, en los dos últimos años sufrió 150 casos de robos y sabotajes.
Tras las mejoras que se registraron en los primeros años de operación privada, la línea Sarmiento –al igual que casi todos los ferrocarriles metropolitanos– comenzó a decaer a partir de la crisis política y económica de 2001-2002.
Congelamiento tarifario, subsidios crecientes, obras a cargo del Estado que no se cumplen, atraso tecnológico y un contrato de concesión que acumula casi una década de espera para ser renegociado, conforman los principales elementos que explican el retroceso ferroviario.
Si bien los usuarios siguen pagando valores irrisorios que no se ajustan desde hace años, el funcionamiento de los trenes le quita al Gobierno cada vez más recursos. En 2010, los subsidios operativos alcanzaron los $ 2.800 millones. Y en los primeros ocho meses de este año, los desembolsos para trenes y subtes ya suman $ 2.167 millones.
En medio de las quejas, los usuarios del Sarmiento siguen esperando la tantas veces anunciada megaobra del soterramiento de las vías entre Once y Castelar. El proyecto iba a arrancar en 2008. Pero por falta de recursos, disputas políticas entre la Nación y el gobierno porteño y demoras burocráticas; las obras se demoraron y ahora la nueva promesa oficial es iniciarlas antes de fin de año.

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