martes, 6 de septiembre de 2011

URUGUAY - Tiempos de trenes y su vieja tradición


Angel Grene

Es el tiempo en que un tren consolida los lazos fraternos. Uruguay y Argentina más hermanos que nunca por las vías de un transporte noble y tradicional.
El viejo ferrocarril ahora con muchos "chiches" tecnológicos viene de muy lejos y llega a toda máquina al siglo XXI rioplatense. Como aquel mítico "Tren de la Barra" que surcó los barrios populares del Montevideo de antaño. El Nuevo París y Belvedere se despertaban con el pitazo larguísimo de ese tren con la forma parecida a un tranvía. En esa barriada le colocaban un acoplado y avanzaba poderoso con sus metálicos sonidos. La inauguración de esa línea eléctrica a la Barra y el pueblo Santiago Vázquez fue un 15 de diciembre del 1926. Antes el servicio lo cubría la Compañía Transatlántica pero al ser adquirida esa frecuencia por el Estado, los vecinos la llamaron como estaba escrito en el cartelón al frente de la máquina: "la línea E". Era de color amarillo, lo que provocaba la simpatía en los hinchas del equipo aurinegro de tradición ferroviaria pero luego se resolvió colocarle una gran raya horizontal roja en los costados. Tenía dos "trolleys" en sus extremos y sobre el techo portaba dos carteles donde se leía: "Tranvía de Montevideo a la Barra".
Su recorrido nacía frente al Palacio Estévez, luego salía por Uruguay y trepando por Rondeau circulaba por la zona de la añeja Estación Agraciada. Cargado de pasajeros se proyectaba a paso lento por Nuevo París y en campo abierto surcaba por El Paso de la Arena y sus granjas, el bello Lecocq y llega a Santiago Vázquez. Atravesaba zonas pintorescas como "Las Lomas de Zamora" donde se divisaba La Cabaña Anaya en la cual Piria fiel a su estilo dejaba marcas de Alquimia y fraccionaba incansable los predios para su venta. Era un transporte de gente humilde y trabajadora. A veces subían los llamados "gardelitos" que eran cantores aficionados que luego de entonar "a capella" temas de El Mago pasaban una bolsita entre los pasajeros que les daban algunos vintenes. Se les premiaba más por su voluntad y audacia ya que las dotes artísticas de esos cantores eran casi inaudibles por el ruido del tren. Los fines de semana se usaba ese tren a la Barra como un económico paseo al alcance de las familias menos pudientes que no querían pasar el domingo encerrados en casa. Matrimonios con sus hijos y hasta con los abuelos subían para disfrutar del paisaje de quintas, casitas y campo hasta llegar al pueblo de Santiago Vázquez.
La belleza del río Santa Lucía y sus espectaculares atardeceres comenzaron a tener sus adeptos. Por los días de La Pascua, muchos guitarreros lo usaban para llegar a los galpones de la Rural que era cerca y darle a la pasión por lo telúrico. Cuando era Carnaval, ese tren ofrecía el espectáculo de pasajeros disfrazados que haciendo bromas con el guarda y los inspectores se trasladaban hasta los bailes del Teatro Solís o los corsos vecinales de El Paso Molino. Al llegar las Fiestas Tradicionales era una costumbre de los pasajeros habituales el llevar pequeños regalos, botellas de sidra casera o budines, al personal de ese tren al que conocía por sus nombres y tenía un trato de camaradería amistosa.
Al nacer la murga "Araca la Cana" los vecinos reconocieron en sus integrantes a un par de "canillitas" morenos que vendían sus periódicos en esa línea a La Barra. Trenes y tranvías con su carga de emociones y esperanzas aún resuenan en la memoria popular. Con más recuerdos y música los esperamos los domingos a las 18 horas en CX 40 Radio Fénix AM 1330. También en Internet: You Tube "Prohibido para Nostálgicos".

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