Por: Roberto Silva Bijit
Fundador de El Observador
El Observador
Mientras en Quillota, La Cruz y La Calera continúa avanzando la recolección de firmas para que el tren vuelva a la zona, en Villa Alemana y Quilpué se realizan protestas en contra de la privatización de Merval.
Hace ya tres décadas que tenemos un desorden increíble con los trenes en nuestro país. Se suspendieron los servicios de pasajeros, se dejaron algunos tramos funcionando, se entregaron las vías a empresas privadas para el trasporte de carga, comenzaron a vender las estaciones, a demoler otras, a robarse los cables de cobre, a desmantelar las maestranzas, a vender durmientes, y a todo tipo de aprovechamientos con esta empresa que parece estar condenada a muerte.
Sin embargo, ese destino resulta muy tonto porque en el mundo desarrollado los trenes funcionan a la perfección y en nuestro largo y flaco país (modelo para hacer correr trencitos) estamos desmantelando el sistema.
EFE, la Empresa de Ferrocarriles del Estado debe una suma astronómica al país y todos los días acumula pérdidas en su operación. Al presentar hace unas semanas un nuevo Plan Maestro, la empresa reconoció que pierde plata en todas las líneas y que la única que tiene números azules es Merval, que recorre nuestra zona.
Se desprende del Plan Maestro que una forma de sanear la economía de la empresa es privatizar y se supone que la primera privatización total o participación de privados sería en Merval.
La denuncia la encabezó el diputado Marcelo Schilling, llamando a la comunidad a rechazar esta propuesta gubernamental. Explicó que una privatización significa que al Estado le faltan recursos y por eso vende sus activos. Como al Estado le sobran recursos en esta época de bonanza económica, el diputado asegura que la única motivación que tendría el gobierno es de tipo ideológica, razón más que suficiente para oponerse a su realización. Es por ello que se ha juntado con otros parlamentarios y se reunirá hoy con el Intendente, para escuchar las razones tiene el gobierno para el despropósito que plantea.
En todas nuestras ciudades hemos vivido el abandono de EFE, la inconsistencia de sus planteamientos, la quiebra real en que se encuentra, sin embargo, siguen pasando los años y los trenes en Chile siguen sin contribuir a la descontaminación, a la descongestión, a la seguridad para evitar tantos muertos diarios en las peligrosas carreteras, a la comunicación de nuestras comunas, especialmente las de sectores rurales, tanto para el traslado de pasajeros como para el movimiento de cargas.
Los ferrocarriles tienen futuro, aunque por décadas no hayamos tenido la inteligencia y capacidad para descubrirlo. El valor de la vía férrea que une Iquique con Puerto Montt, con Mendoza y Buenos Aires, con La Paz, con todos nuestros puertos, es el gran capital que debería licitarse a una empresa extranjera, tal como ocurrió con las carreteras, para aspirar a un servicio de trenes acorde con los tiempos que vivimos, pero no andar parchando y vendiendo lo rentable.
Todo el sistema ferroviario debería revisarse y tomar decisiones globales, que contribuyan al desarrollo de nuestras comunidades y no quedarse en oscuros negocios que nadie entiende.
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