Desde la semana pasada, uno de los trenes más pequeños del mundo circula de lunes a jueves entre Bilbao y León. Tan sólo 17 metros separan su parachoques delantero de su extremo posterior, a lo largo de un único vagón. Cuenta con 33 asientos y es la solución que ha puesto en marcha Feve para optimizar su oferta en momentos en que la demanda es baja en la línea de La Robla. Una alternativa que además de más económica para la compañía, resulta más respetuosa con el medio ambiente y más familiar para sus usuarios.
Apenas han realizado una decena de viajes entre la capital vizcaína y la ciudad castellana, pero las nuevas unidades de la serie 2900 han despertado ya gran curiosidad. EL CORREO se subió el pasado jueves al tren para comprobar la sorpresa que causa en los pasajeros, pero también en el resto de ciudadanos. «Parece un autobús sobre raíles», aseguraba Álvaro, un joven que estudia en Bilbao y que viaja todas las semanas en el tren de La Robla para regresar a su hogar, ubicado en la localidad burgalesa de Espinosa de los Monteros.
El tren '2901' parte puntual, a las 14.30 horas, de la estación de La Concordia. A los mandos del inusual transporte se encuentra Paco García. Un maquinista curtido. «Llevo 28 años al pie del cañón; comencé a trabajar poco después de las inundaciones», asegura. «Este modelo es diferente a todo lo que habíamos visto hasta ahora y todavía nos estamos haciendo, pero la verdad es que tiene todos los adelantos y resulta bastante cómodo de pilotar», añade. «Aunque yo creo que lo mejor está ahí atrás», comenta señalando al habitáculo dotado de 33 butacas. «En el tren de La Robla siempre ha habido muy buen ambiente, pero ahora, con esta unidad tan pequeña, ya es que vamos como en familia», comenta el revisor Jose Ángel Otegi. «Los viajeros charlan un montón y disfrutan verdaderamente del paisaje», añade el veterano ferroviario.
«Esto es un lujo»
Pocos minutos después de su salida, la '2901' arriba a Zalla. Un paseo por el vagón muestra un moderno espacio interior, dotado de pantallas planas, aire acondicionado y amplios asientos con hilo musical. «Esto es un lujo; nada que ver con lo que había hasta ahora», afirma otro viajero habitual del tren de La Robla, un ferrocarril que comenzó siendo un mercancías que transportaba el carbón desde las minas leonesas y asturianas hasta el Puerto de Bilbao. Una larga trayectoria avala un servicio que llega a pequeños pueblos de Burgos, Cantabria y Palencia que, de otra forma, quedarían al margen de los circuitos habituales del transporte público. Nuestro viaje concluye en Balmaseda. El convoy '2901' continúa camino hasta la ciudad castellana, despertando curiosidad e interés allí por donde para.
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