Uno de los regalos para las 315 quinceañeras son cinco fotos, una de ellas dentro de un vagón.
Festejadas nacieron en noviembre de 1995, cuando sistema de transporte masivo comenzó operaciones.
Gloria Patricia Ruiz llevaba tres días en el hospital San Vicente de Paúl esperando que Luisa Fernanda naciera, pero nada. Los médicos decidieron enviarla a casa.
Justo el 30 de noviembre de 1995, cuando se asomó a uno de los ventanales de este centro asistencial del norte de Medellín, vio pasar el primer tren del Metro por la estación Hospital. Comenzó a sentir las contracciones.
"Es como si el Metro la hubiera llamado para que naciera esta muchacha", comenta Gloria muy entusiasta junto a su hija Luisa Fernanda, una de las 315 cumpleañeras que el Metro decidió festejar este sábado como parte de sus celebraciones por sus tres lustros de operaciones.
Además la vida de Luisa ha estado ligada al medio de transporte que cambió la movilidad de todo el área metropolitana de Medellín.
Su mamá en embarazo ya asistía como líder barrial a los talleres que organizaba el Metro de Medellín como parte de las sensibilizaciones con las comunidades de su área de influencia. Y gracias al Metro participó en la formulación del plan turístico para su comuna.
Luisa Fernanda conoció una ciudad con estaciones, líneas de trenes y desde hace siete años el metrocable lo ve todos los días pasar por su barrio, Andalucía, en la ladera nororiental de la capital antioqueña.
"Mi hija y el metro son como dos hermanitos mellizos y ahora llegó la hora de festejarlos a los dos", comenta Gloria que guarda con celo en su casa las fotos en que montó a su hija con apenas meses de nacida.
Luisa Fernanda madrugó a maquillarse, peinarse, arreglarse las uñas y ponerse el pesado vestido negro de visos morados que su mamá le mandó a confeccionar para celebrarle por adelantado sus quince primaveras.
Ese mismo ritual lo repitieron sus emperifolladas compañeritas de celebración que ocuparon los 1.200 metros de parqueadero de las oficinas centrales del Metro para una sentida celebración acompañados de sus familiares y el reguetón de Don Ómar que bailaron hasta el cansancio.
Durante el festejo al que acudieron más de mil personas, el Metro dispuso el vals para las 315 quinceañeras seleccionadas entre más de 500 que se inscribieron desde septiembre. Tampoco faltó la serenata con mariachis y las fotos.
A los set naturales como los jardines del Metro para las cinco fotos que esta empresa les regaló durante la simbólica celebración, se sumó uno de los trenes en la zona de talleres al que subieron una a una todas las cumpleañeras junto a sus padres y familiares.
Mientras que para niñas como Luisa esta celebración se anticipó a la que ya prepara su mamá en la casa, para otras de extracción humilde se convirtió en el mejor regalo al llegar a los 15 años.
"Muchas de las familias que asistieron a la fiesta no contaban con los recursos económicos suficientes para hacerles a sus niñas su fiesta de quince", comentó Javier Dario Restrepo, organizador.
Además del almuerzo familiar, varios detalles y la torta de la celebración, la variopinta fiesta fue un desfile de vestidos largos, cortos, ajustados, pomposos, coloridos, estrafalarios.
Incluso a una de ellas proveniente del popular Santo Domingo Savio, en lo alto de la ladera nororiental, se le rompió el vestido cuando iba a subirse al Metro y uno de los operadores se lo ayudó a coser y a superar el llanto repentino.
Otro de los papás de las 315 seleccionadas que es cantante de boleros y música romántica se ofreció gratuitamente para amenizar uno de los momentos de la fiesta.
La peculiar celebración con que el Metro se propuso reafirma el cariño que siente por sus usuarios concluyó con un viaje exclusivo para las quinceañeras y su acompañantes que de norte a sur las dejó en las estaciones más cercanas a sus casas.
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