Publicado por Christian Leal • La información es de Néstor Aburto
Me encantaría haber escrito estos párrafos acompañado de buen café a bordo de uno de los carros del tren Terra Sur. Lo más probable es que podría haber comenzado a escribir desde Temuco. Así, al llegar a Coigüe o Laja, cercano a Los Ángeles, ya habría terminado y con fotos de los fascinantes parajes que me habrían acompañado.
Sí, suena interesante, pero lamentablemente el llamado tren al sur que prometía a comienzos de 2000 unir de forma rápida, segura y hasta más económica nuestro sur de Chile, quedó en eso: una buena idea que le costó miles y miles de millones de dólares al gobierno… o mejor dicho a todos los Chilenos.
Plata que sirvió para reconstruir estaciones ferroviarias como la de Coigüe o Collipulli, por nombrar algunas, de las decenas de paraderos que fueron inaugurados a fines de 2003 por el ex presidente Ricardo Lagos, y donde se gastó en los terminales más de 2 mil millones de pesos.
Millones que hoy están en el más completo abandono. Hoy, en ellos deambulan jóvenes fumando drogas, entre los vidrios quebrados y la sustracción continua de los objetos de valor que estaban en las estaciones, con el adorno de las pandillas que rayan sus paredes para demarcar su territorio.
Este es un escenario que complica a simple vista la eventual reapertura del tren al sur ya que, antes de que una locomotora con 20 ó más carros salga desde la Estación Central en Santiago con dirección a Puerto Mott, se deberá invertir nuevamente en reparar las estaciones.
La pregunta es ¿vale la pena volver a invertir si lo que se hizo se perdió?
Cada uno puede tener su propia respuesta, pero mientras persista el control de 3 grandes empresas de transportes de pasajeros (buses) o de líneas aéreas que mantienen ofertas de 40 mil pesos por más de 500 kilómetros recorridos, se ve realmente complicado.
Pero retomando el comienzo de esta columna, me habría gustado poder escribir en uno de esos vagones de tren, uno que atrajera el turismo tal como se hace en Europa, donde quien ha tenido la posibilidad de viajar, se sorprende con la rapidez y seguridad de tomar uno de los expresos que une a cualquier país del viejo continente.
Esperemos que algún día podamos viajar en un tren para conocer esos parajes hermosos que ofrece nuestro sur de Chile, pero antes, al igual que muchos compatriotas, nos gustaría escuchar las explicaciones de las autoridades de por qué no resultó el proyecto, pensando que se partió mal al comprar trenes viejos y sin seguros.
Finalmente, me quedo con el recuerdo de mi madre que cuenta que desde muy pequeña, viajaba a Santiago desde Valdivia en tren, e incluso a Panguipulli desde el intermodal de Lanco. Sus historias son fascinantes.
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