Su origen fue un fallo en la señalización fija, que se produjo por los "cambios en el enclavamiento de la estación de Arévalo para la realización de pruebas"
“Un fallo técnico en las instalaciones de seguridad; en concreto, en la señalización fija, producido por los cambios en el enclavamiento de la estación de Arévalo para la realización de pruebas” fue la causa del accidente ferroviario que se produjo en la madrugada del 26 de marzo de 2010 y en el que falleció el maquinista de uno de los convoyes implicados, según se desprende del informe elaborado por la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios de ADIF, publicado por el Ministerio de Fomento.
El informe indica que el accidente, que tuvo lugar a las 00.33 horas del 26 de marzo de 2010, en las proximidades de la estación de Arévalo, se produjo por una “colisión por alcance entre los trenes de mercancías 58242 y 85244”, ambos, de la empresa Renfe Operadora, cuando el primero de ellos estaba “parado ante la señal de entrada E2, en indicación de parada”, y el segundo encontró “la señal avanzada 1734 en indicación de vía libre”.
Según el informe publicado por el Ministerio de Fomento, el accidente tuvo su origen en “un fallo técnico en las instalaciones de seguridad”; en concreto, en la señalización fija, que se produjo por los “cambios en el enclavamiento de la estación de Arévalo para la realización de pruebas”.
Estos cambios consistían en la instalación de nuevas tarjetas y software, para la futura puesta en servicio de bloqueo automático banalizado (B.A.B.) en el trayecto, de manera que la colisión por alcance se produjo “al presentar indicación de vía libre la señal de avanzada 1734, encontrándose el circuito posterior ocupado y la señal de entrada E2 en indicación de parada”.
Causas coadyuvantes
El informe añade que en este accidente existe también un conjunto de circunstancias que también hicieron que se produjera el accidente, como “la no interrupción completa de las circulaciones durante los trabajos o, en su defecto, el establecimiento de medidas que hubieran garantizado la seguridad de las mismas”.
Estas medidas pueden ser el establecer un bloqueo alternativo, actuar sobre las señales afectadas, de forma que se impida la presentación de las indicaciones que autorizan movimientos (verde y amarillo), la “no verificación2 en campo de la concordancia del estado de las señales con respecto a lo establecido en la consigna que regula los trabajos o la “incorrecta” evaluación del riesgo que comportaba la realización de esos trabajos.
Suceso
Así, ese día, el tren de mercancías 58242, compuesto por 13 vagones cargados con bobinas de acero, procedente de Trasona (Asturias) y con destino Sagunto (Valencia), circulaba por la vía 2 de la línea 100 Madrid Chamartín – Hendaya y se detuvo ante la señal de entrada E2 de la estación de Arévalo (Ávila), que presentaba indicación de parada.
Tras recibir la autorización del jefe de circulación de la estación de rebasar dicha señal y antes de reiniciar la marcha, fue alcanzado por el tren gemelo de mercancías 58244 (misma composición, carga y trayecto) que circulaba detrás de él, como consecuencia de lo cual el maquinista de este segundo convoy, Juan Ramón V.G., de 44 años, falleció y su cuerpo quedó atrapado en la locomotora que conducía, que quedó “elevada y apoyada sobre los dos últimos vagones” del tren que embistió.
En el caso de los daños materiales, se produjeron, según el informe, “grandes daños” en la locomotora del segundo de los trenes, así como en los dos últimos vagones del primero de ellos y también en el resto del material implicado, como desperfectos en el bastidor, topes, triángulo de freno, tuberías de frenos y brazo retenedor.
El informe señala que los daños en el material rodante ascendieron a 67.250 euros, según estimación de Adif y Renfe Operadora, mientras que parte de la carga de bobinas de acero quedó dañada por un valor de 42.042 euros, según estimación de Adif.
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