lunes, 25 de abril de 2011

Puentes que unen historias


Por Carlos Guarella
Especial para lanacion.com

Hace algunos días se conectó conmigo María. Ella es productora de un programa de televisión digital. La idea era que le contara en el sitio, la historia del puente Bosch, que une los barrios de Barracas con Piñeyro en el partido de Avellaneda.
Se llevó a cabo toda la filmación, recorriendo el puente y mostrando los detalles del mismo y el relato de lo que oportunamente se publicó en esta columna , sobre la historia del tranvía que se cayó al Riachuelo en 1930.
Cuando me retiré del lugar me quedó dando vueltas en la cabeza sobre otros puentes existentes en nuestra ciudad y donde el hilo conductor eran los tranvías.
Fue entonces cuando empecé a indagar sobre otros lugares y el primero que vino a mi memoria fue el de la calle Ciudad de la Paz, que conecta con Soler, en el actual barrio Palermo Hollywood.
Luego de la investigación obtuve una foto antigua del citado puente por donde pasaban los tranvías. Después pasé por el lugar y tomé otra foto del mismo tal como está en la actualidad y casi desde el mismo ángulo para poder compararlas.
Después recorrí la cuadra viendo casas antiguas con el propósito de encontrar alguna persona que viviera allí hace muchos años y me permitiera con su relato recomponer un poco la historia del puente que une Ciudad de la Paz con Soler.
Luego de varios intentos fui recibido en una casa donde sus ocupantes son Enrique y Amelia. Nos sentamos en el patio, acompañados por el perro y un gato que dormitaba junto a las macetas. Me invitaron con unos mates recién cebados. En el verano ellos tienen la sombra de la parra, y me contaron algunos detalles del puente ya que viven allí hace algo más de sesenta años.
Enrique ceba el mate como buen correntino y me hizo acordar a mi amigo Lorenzo Egidio Romanenghi, también originario de la zona mesopotámica. Realmente era toda una ceremonia para él brindarnos en la oficina aquellos mates en la década del ochenta.
Pero volvamos al puente que nos ocupa. La Compañía de Tramways Lacroze había comenzado la electrificación de todos sus ramales que recorrían la ciudad y particularmente en 1919 se comenzó a construir un puente con estructura de hierro de vigas remachadas apoyadas sobre partes de hormigón armado, para sortear el cruce ferroviario del Ferrocarril Central Argentino, actual TBA, que cubría el recorrido Retiro a José León Suarez y su desvío a Delta en Tigre.
Existía a pocas cuadras de allí también un empalme antes de llegar a la estación Colegiales que comunicaba con los silos del Molino Minetti, elaboradores de los fideos "Letizia" y este ramal continuaba hasta llegar al Ferrocarril Pacífico a la altura de las calles Humboldt y Loyola, donde se encuentra el mirador "Comastri".
A pesar de las indicaciones municipales, el puente fue construido por la Empresa Lacroze, solamente para el paso de los tranvías, dado que las vías y los durmientes estaban desnudos y al aire, pudiéndose ver entre los huecos como pasaba el ferrocarril por debajo, no permitiendo circular ningún vehículo convencional porque no había empedrado en el trayecto del puente y sí en el ascenso y descenso del mismo.
Los tranvías venían tomando carrera desde cien metros antes para poder subir la pendiente del puente y ponían el reostato en el punto 9, que era el máximo para lograr la velocidad necesaria y luego ya arriba del mismo, el conductor, colocaba el mismo en punto neutro y luego lo iba bajando haciendo que el motor girara en reversa y ayudado por los frenos a zapata pudiera reducir la velocidad y así bajar el puente.
Como una curiosidad les cuento que hay un tango con la autoría de Francisco Canaro que lleva por título Nueve puntos , en homenaje a los nueve puntos del reostato de los tranvías eléctricos. En 1963 los tranvías dejaron de circular por la ciudad y el puente quedó desafectado y clausurado. Luego de varios años se lo volvió a habilitar poniéndole piso para la circulación del tránsito vehicular y hace algo más de una década fue totalmente reciclado y pavimentándolo en su totalidad y manteniendo su aspecto original.
La charla con Ernesto y Amelia se fue extendiendo y me comentaron que a una cuadra de allí vive el actor Pepe Soriano, con su esposa Diana y la hija de ambos. Me dijeron que ellos habitan la casa original de los padres de Pepe en la calle Amenábar, que él compró cuando volvió de España y la modificó casi íntegramente, destacando lo buen vecino que era.
Me despedí de mis anfitriones, quedando en volver a encontrarnos para charlar sobre otros lugares del barrio y del colegio León XIII, que se encuentra muy cerca de allí.
Será hasta nuestro próximo encuentro.

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