El choque de trenes en San Miguel, que costó la vida de cuatro personas y decenas de heridos y las reiteradas fallas del servicio a Mar del Plata, son parte del cuadro de deterioro del sistema ferroviario, que se profundiza a pesar de los enormes subsidios proporcionados por el Gobierno.
En función de las pruebas reunidas, la Justicia que investiga el siniestro considera que se debió a un error humano. Pero la atención puesta en el hecho volvió a revelar las penosas condiciones en que se encuentra el material ferroviario, caracterizado por la antigüedad y mal estado de locomotoras, vagones y vías.
En el momento de su privatización, el sistema ferroviario insumía alrededor de un millón de dólares diarios de servicios. En la actualidad, con un número mucho menor de kilómetros de vías y de materiales en operación, esa suma se triplica. El Gobierno anterior y el actual introdujeron algunos cambios administrativos en el sistema heredado, reactivando algunos ramales y encargando al Estado de subsidiar pasajes e inversiones, en un sistema de escasa transparencia y que deriva parte de los fondos a empresas y organizaciones sindicales amigas del Gobierno. Como consecuencia de esta política, en términos generales el sistema no ha mejorado y los propios registros oficiales, como los de la Comisión Nacional Reguladora del Transporte (CNRT), dan cuenta de un elevado porcentaje de fallas en el servicio, como atrasos, malas condiciones de los vagones, falta de limpieza, inseguridad y muchas otras. Los testimonios de pasajeros recogidos frecuentemente por el periodismo abundan en quejas de todo tipo y las investigaciones realizadas en relación al siniestro de San Miguel pusieron de manifesto la antigüedad y precariedad de las formaciones involucradas.
Es decir que los problemas de servicio y los accidentes que se producen por las condiciones del material son, en última instancia, consecuencias de la falta de una política para la recuperación del ferrocarril.
El choque de San Miguel volvió a poner en discusión las malas condiciones del material y del servicio ferroviario, consecuencia de una política que no ha recuperado el sistema.
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