viernes, 22 de octubre de 2010

Una danza de millones y mucho poder

Cuando el viernes pasado la presidenta Cristina Kirchner; su esposo, Néstor, y el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, eran vivados por alrededor de 70.000 personas en la cancha de River, desde la segunda fila aplaudía Juan Carlos Fernández. "El Gallego", como todos lo conocen, es el segundo hombre en la estructura de la Unión Ferroviaria, detrás del histórico líder José Pedraza, y el mandamás de la línea Roca, la más importante -junto con el Sarmiento- de todos los ramales de trenes que circulan por el área metropolitana.  
La pelea gremial que terminó con la muerte de Mariano Ferreyra esconde una colosal pelea por los millones y las prebendas que manejan los ferroviarios desde 2003, cuando Néstor Kirchner les devolvió protagonismo. La pirámide de poder sindical empieza en el subsecretario de Transporte Ferroviario, Antonio Luna. El funcionario llegó a la Secretaría de Transporte como asesor del ex secretario Ricardo Jaime. Por entonces quien estaba al mando de la política ferroviaria era Tito Montaña. Sin embargo, Montaña se alejó en julio de 2008 y desde entonces Luna se convirtió en subsecretario.  El ahora subsecretario fue maquinista de la línea Roca y siempre militó en La Fraternidad, muy cerca de Omar Maturano, el líder de ese sindicato. Desde hace meses, la relación con el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, no es la mejor. De hecho, en julio pasado, antes del viaje de Cristina Kirchner a China, Luna viajó a España para ultimar los detalles de un nuevo contrato de compra de material rodante usado a la empresa de ferrocarriles estatales españoles. Desde Madrid, Luna se embarcó a China, donde se encontró con Schiavi. Al regreso de Oriente, ambos funcionarios pasarían nuevamente por España para rubricar el contrato. Pero Schiavi embarcó a Luna directo a Buenos Aires y él pasó por Europa a firmar los contratos. Desde entonces, la relación se tensó aún más.  La Unión Ferroviaria, el otro gremio poderoso dentro del mundo de los trenes, maneja a su antojo varias líneas, entre ellas el ramal Roca. Todo lo que allí sucede lo autoriza Fernández. Tanto los ingresos como los despidos, todo es rubricado por el sindicalista. Allí el gremio tiene alrededor de 3500 empleados, contra 700 de La Fraternidad y 300 de señaleros. En el último mes, por caso, se necesitaron $ 41 millones para pagar la nómina de los trabajadores afiliados al sindicato que manejan Pedraza y Fernández; para los sueldos de La Fraternidad hicieron falta casi $ 10 millones y para los señaleros, $ 4 millones. Este ramal pasó a manos del Estado en 2008, cuando el Gobierno le quitó la concesión a Trenes Metropolitanos, una empresa manejada por Sergio Taselli.  Tal como había hecho con la línea San Martín, utilizó a la Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (Ugofe) para gestionar y correr los trenes. A cambio, les paga un importe por la gestión.  Esta empresa, que surgió para ser utilizada en la emergencia y hasta que se relicitaran los ramales que eran de Taselli, está formada por las otras tres concesionarias: Metrovías, Ferrovías y Trenes de Buenos Aires (TBA). Desde la estatización, los trabajadores del ramal pasaron a ser empleados de una sociedad estatal llamada Belgrano SA. En 2009, para esa empresa el fisco destinó $ 850 millones para pagar los sueldos de sus empleados. (La Nación)

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