Doce en punto. Estación del Norte. El maquinista hace sonar la sirena y los últimos viajeros suben al vagón. Apenas son cien metros de recorrido, pero suficientes para devolver durante unas horas el ajetreo de la actividad ferroviaria al histórico edificio y sus vías. El Museo del Ferrocarril celebró ayer, coincidiendo con la Semana Santa, una de sus ya tradicionales 'Jornadas del Vapor', un evento que permite revivir los sonidos, los olores y las sensaciones de los trenes de antaño, cuando su única fuerza la daba el carbón.
Los responsables del Museo del Ferrocarril pusieron a funcionar la SAF-1, una locomotora de fabricación alemana de 1952 adquirida por la S. A. Felgueroso y que funcionó hasta los años 70 haciendo servicios de maniobras en el cargadero de la mina de La Camocha. Pese a tratarse de una tractora que operó durante toda su vida útil en la minería, ayer arrastraba tras de sí un coche de pasajeros de 1892, de tercera clase, que funcionó en origen en la línea ferroviaria que unía Santander con Solares y posteriormente sirvió para el transporte de mineros de Hulleras de Turón entre Reicastro y La Cuadriella.
Fueron muchos los turistas y curiosos que llegaron al museo atraídos por esta propuesta, o que directamente se encontraron con las máquinas de vapor humeantes por mera casualidad durante su visita a la antigua estación. Lourdes González, de Zaragoza e hija de ferroviario, aseguraba que subirse al vagón de madera y ver la chimenea funcionar «ha sido estupendo porque me ha recordado a mi niñez». Jesús Gracia, que la acompañaba, lamentaba que el viaje no pudiera ir más allá de la nave de talleres del Museo del Ferrocarril. «Podía haber sido un poco más largo, esto deberían recuperarlo para los nostálgicos». También mostraba su satisfacción tras bajar del tren el vallisoletano Óscar Mazaira, «no me acordaba de cómo funcionaban estas máquinas y ha sido muy bonito, como revivir momentos históricos. Deberían poner también los cambios de vía antiguos para notar más el traqueteo que había antes».
Ayer también funcionó una máquina de origen francés de 1891 de la Sociedad Hullera Española y una dresina diésel de los años sesenta.
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