El fotógrafo y trotamundos estadounidense Douglas Flirt recuerda cuando, a mediados de los 70, recorrió México en tren.
Con una mochila al hombro bajó desde su California natal, cruzó por Mexicali y, en el poblado de Benjamín Hill, esperó cinco horas a que unieran su tren con el que provenía de Nogales.
De ahí viajó hasta Guadalajara y luego al puerto de Manzanillo. Hoy, sin embargo, es imposible realizar ese recorrido. “A menos que te invite un migrante y vayas encima del vagón”, dice Rogelio Vélez, director general de Ferrosur, una de las concesionarias privadas que hoy operan en el activo mercado de carga.
Vínculo roto
Al inicio de la presidencia de Ernesto Zedillo (1994-2000) se fueron suprimiendo paulatinamente las salidas de los trenes de pasajeros y, en 1998, un decreto presidencial declaró la “Extinción de Ferrocarriles Nacionales de México”.
Con ello se inició una segunda época de la industria ferroviaria privada, esta vez enfocada en su totalidad al transporte de carga. El vínculo del tren con la población se había roto.
Aunque para la mayoría de los mexicanos ya no existen, los trenes transportan cerca de la quinta parte de la carga total del país. Las locomotoras han pasado de 3,000 a 4,400 caballos de potencia y han duplicado su capacidad de carga.
Además, en Ciudad México se cuenta con una de las terminales intermodales más modernas y grandes del continente. Hoy en día operan siete líneas de ferrocarriles de carga: Ferromex, Kansas City Southern de México, Ferrosur, Terminal y Ferrocarril del Valle de México, Línea Coahuila-Durango, el Ferrocarril del Istmo y el Ferrocarril CZRY (Tijuana-Tecate). De éstos, tres cuentan con conexión en cinco puntos fronterizos con los ferrocarriles de EUA y uno con la frontera de Guatemala.
Según estimaciones de la industria, estas empresas mueven el 18% del total de carga manejada en el país, 7% más de lo que se movilizaba antes de la privatización. La expectativa es que, al final de la presente administración (2012), alcancen el 26%.
Estación fantasma
El transporte de pasajeros se reduce hoy en México a un ferrocarril suburbano en la capital, a dos ferrocarriles turísticos (el Chihuahua al Pacífico, conocido como el CH-P, y el Tequila Express). Aparte de turistas y habitantes del Distrito Federal, los únicos que viajan en tren, y en condiciones no agradables, son los miles de personas que intentan atravesar México, desde Centro y Sudamérica, para llegar a EUA. En algunos trenes se han llegado a contabilizar más de 500 indocumentados, blanco de las bandas de tratantes de personas, como denunció el sacerdote Alejandro Solalinde en el estado de Oaxaca.
En 2010 el diputado federal Óscar Saúl Castillo Andrade presentó una iniciativa de decreto que, de haberse aceptado, hubiera vuelto obligatorio el servicio de pasajeros. “México cuenta con 26.690 km en vías férreas, de las cuales 9.000 km son de vías en desuso con enorme potencial para el desarrollo del turismo y traslado de los mexicanos”, dijo el legislador.
Sin embargo la infraestructura ferroviaria en México es de una sola vía. Para que un tren se estacione mientras el otro pasa se debe contar con secciones paralelas (laderos) especialmente habilitadas. Además, las necesidades del tren de pasajeros y las de carga son diferentes. “Un tren de alta velocidad México-Guadalajara cuesta 15,000 millones de dólarea en inversión, el boleto por persona tendría que ser altísimo, y no es posible competir con las aerolíneas de bajo costo que además llegan más rápido”, dice Isaac Franklin, director de la Terminal Intermodal Ferrovalle.
El ejecutivo ve inviable la posibilidad de compartir vías. “Es muy complicado que de día corran trenes de pasajeros y por las noches, o fuera de hora pico, la carga. Ahora, si quieres correr a una velocidad mediana en pasajeros, la infraestructura que requieres te la va a echar a perder el tren de carga”, dice Franklin, quien también preside la Asociación Mexicana del Transporte Intermodal, AMTI.
El ferrocarril sigue siendo el modo de transporte de carga terrestre más seguro en la República Mexicana”, dice el comunicado. Rogelio Vélez, de Ferrosur, señala que el 99.6% de las mercancías llegan en buen estado y sólo 0,4% se pierde en accidentes y robos.
De hecho, la seguridad en las carreteras se ha deteriorado. Según datos presentados por Juan Carlos Muñoz Márquez, presidente de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar), de 2008 a 2010 el robo de camiones en las carreteras nacionales se incrementó 50%.
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