viernes, 7 de octubre de 2011

ESPAÑA - Un tren entre bodegas y viñedos

SANTA MARIA DEL CAMÍ Suena el silbido del tren y entra en movimiento una locomotora de hierro seguida por dos vagones de madera. Esta máquina ni suena como el típico ferrocarril ni utiliza las vías para moverse. Va por en medio de las calles y caminos con un grupo de turistas asomando por las ventanas. El porqué del viaje: descubrir la tradición vitivinícola de Santa Maria y Santa Eugènia. Es el tren de Mallorca Wine Express, que recorre algunos viñedos y bodegas de la denominación de origen Binissalem. Los ideólogos de la iniciativa son los hermanos Gil y Julià Panadés, que pretenden que sea una excursión diferente. "Nuestra intención es crear una oferta de turismo complementario", apunta Gil.

El tren se puso en marcha a finales de agosto. Realiza dos trayectos diarios, haya muchos o pocos pasajeros. "Sobre todo vienen alemanes, también algún inglés, pero los españoles y mallorquines son los que menos acuden", detalla la guía Sabine Ben Slama. Esta austríaca ejerce de cicerone y reconoce que también está descubriendo el mundo del vino. "Hay mucho que conocer y llama la atención que la gente de Mallorca no conozca la tradición que hay en la isla de este producto", reflexiona.

El trayecto dura unas dos horas y se inicia en las bodegas de Macià Batle. La primera parada es en las viñas de Can Ribas. Uno de los puntos fuertes de la propuesta, que la alejan de la excursión convencional por el campo, es que se pueden degustar los caldos de cada viña mientras se está visitando.

La primera cata es un vino blanco de Can Ribas de la cosecha de 2009. "Está compuesto por un 85 por ciento de uvas prensal blanc y un 15 por ciento de sadurní", detalla la guía. Esa es la versión para los más entendidos, porque también está la explicación para los novatos. "¿Cómo se puede saber la edad de una viña? Cuanto más baja es, es que tiene más años y produce menos uvas. Las viñas jóvenes tardan tres años en dar la primera cosecha apta para hacer vino desde que son plantadas", cuenta Ben Slama.

Prosigue el paseo, relajado, hacia la finca de sa Torre en Santa Eugènia. La guía dice a los turistas alemanes que "es una propiedad muy famosa, porque se rodó una serie de televisión en ella".

Además de aparecer en Llàgrima de Sang, sa Torre presume de ser la bodega más antigua de Mallorca, datada aproximadamente de 1580. Todavía conserva una prensa de uvas de madera con un siglo de antigüedad. En sus pasillos subterráneos ahora hay un gran botellero, con productos de todas las clases y precios.

El hijo del propietario de sa Torre, Pedro López-Pinto, opina que la ruta de Mallorca Wine Express "es una oferta interesante". "No es una cuestión de vender vino, sino de dar a conocer el producto de la isla", señala.

Fuera de la possessió, ahora reconvertida a agroturismo, espera el chófer del tren. El catalán Josep Manzano exhibe la locomotora –movida por un tractor– como un atractivo más de la visita. Cuenta que el tren turístico lo creó un artesano de Manacor, a imitación del tren de Sóller. "No podemos pasar de los 45 kilómetros por hora, ¡aunque ya me gustaría alcanzar esa velocidad!", bromea el conductor. Antes de volver a Santa Maria, el camino de vuelta discurre por las viñas de las bodegas Ramanyà, Àngel y las de Sebastià Pastor, donde hay una segunda cata, también de vino blanco.

Dos horas después, el tren vuelve a Macià Batle. Las máquinas de fermentación, embotellado, etiquetado y empaquetado; las barricas, o la sala del laboratorio muestran el proceso final del vino. Una pareja de turistas comenta que se ha quedado con ganas de ver cómo se hace el vino, pero los hermanos Panadés saben que es difícil, porque "solo se hace vino durante cinco semanas al año".

Ambos regentan un agroturismo y creen que la idea de esta excursión servirá para hacer un poco de márketing a muchas bodegas hasta ahora desconocidas. "El vino mallorquín ha recibido muchos premios y nos sorprende que los turistas no conocieran la tradición vitivinícola de la isla", apunta Gil. Y Julià concluye: "Desde que descubren el vino de aquí, les encanta".


El tren turístico, con capacidad máxima de 50 pasajeros, visita algunas de las viñas y bodegas de Santa Maria y Santa Eugènia. A. F. VALLESPIR
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