jueves, 15 de septiembre de 2011

Imprudencia, largas demoras y barreras bajas en el Sarmiento

Motociclistas, ciclistas y peatones seguían cruzando en situaciones de peligro.
NAzca. Ayer entre las 18.30 y las 1842 pasan sin parar.(Juano Tesone)
NAzca. Ayer entre las 18.30 y las 1842 pasan sin parar.



Barrera rota: En el paso a nivel de Donato Alvarez. (Juano Tesone)
Barrera rota: En el paso a nivel de Donato Alvarez.



Imprudencia en el paso a nivel de la calle Nazca. (Juano Tesone)
Imprudencia en el paso a nivel de la calle Nazca.



Calle Rojas. Hay agresiones al banderillero que intenta evitar que crucen. (Juano Tesone)
Calle Rojas. Hay agresiones al banderillero que intenta evitar que crucen. (Juano Tesone)




Apuro e imprudencia. A pesar de que todos hablaban de “una jornada tranquila”, motociclistas, ciclistas y peatones seguían cruzando por los pasos a nivel de la zona de la tragedia con las barreras bajas, la chicharra y las señales luminosas encendidas, como si nada hubiera ocurrido. Durante la tarde las barreras funcionaron bien y en la mayoría de los cruces había banderilleros. Pero la cantidad de formaciones que circulan por esas vías en la hora pico obliga a mantener el paso cortado por hasta 15 minutos. Al final de la tarde volvió a abrir el paso de Artigas, con banderillero y la barrera bien colocada.
Faltan segundos para las 17.15 y las señales del paso a nivel de la calle Rojas se activan. Decenas de personas se juntan en cada una de las cuatro “esquinas” y la cola de autos supera los 100 metros para cada lado. A pesar de los silbatazos del banderillero, los peatones se amontonan casi sobre el borde de las vías. Más atrás está Roxana, con sus dos hijos de la mano. “Me alejo porque es un peligro, desde los vagones te pueden tiran cualquier cosa. Pero además, el tren que viene de Once hace una curva justo a esta altura y pasa muy cerca de la gente. El banderillero salvó a unos cuantos porque no se dan cuenta de que va tan cerca”, relata. Y, efectivamente, a los pocos minutos pasa una formación que sorprende a unos cuantos.
Es un cruce complicado porque a pocos metros hay cambio de vías y el tramo es más ancho que en otros sectores. “La gente es imprudente y no mide el riesgo. Paso todos los días por acá, porque voy a cursar el CBC a Puán, y siempre veo lo mismo. Padres con los cochecitos de sus hijos, las bicicletas que se mandan, a nadie le importa nada”, dice Micaela, una chica de 20 años que espera para cruzar del lado de Yerbal. Claudia, que atiende un local ubicado del otro lado de la estación, se suma a la queja: “El problema es la intolerancia. La barrera se rompe todas las semanas porque la gente no soporta esperar”, afirma. Después de ocho trenes y unos 15 minutos de espera , se abre el paso.
Para cruzar por García Lorca los vehículos hacen una cuadra de cola sobre esa calle y otra más sobre Yerbal. Luis Santiago encabeza la fila con su micro de transporte escolar. “Paso todos los días por acá y es un desastre. Cada dos por tres pasa lo mismo y muchas mañanas me encuentro con el mismo palito que había en Flores sosteniendo la barrera”, dice.
Alrededor de las 17.47 baja la barrera de la calle Donato Alvarez pero al parecer es una falsa alarma , porque el banderillero la vuelve a levantar. Dos minutos después vuelve a bajar y pasan trenes en ambas direcciones. Tras unos minutos más sucede algo similar a la altura de la calle Boyacá. “Es porque están trabajando sobre las vías y se activa el sistema”, desliza personal de TBA.
En Nazca, la espera llega a acumular casi 12 minutos, entre las 18.30 y las 18.42. Casi, porque en el interín abre dos veces por lapsos de alrededor de 30 segundos: sube, e inmediatamente vuelve a bajar. Los automovilistas se apuran pero son pocos los que logran cruzar. Aquí también, ciclistas y motociclistas dan la nota porque no dejan de pasar , incluso cuando el tren se acerca al cruce.
“Siempre es lo mismo, a la gente no le importa nada y si les decís que no pasen cuando la bandera está baja, te agreden. Una vez se bajó uno de un auto como para pegarme”, cuenta uno de los banderilleros que pide reserva de su nombre. “Ahora está todo un poco más lento porque como están trabajando en la vías, los trenes vienen más despacio. Entonces la espera se extiende un poco más. Y se ve que hoy la gente está tranquila porque las imágenes del accidente se vieron en todos lados. Pero mañana vuelve a ser lo mismo y todos cruzan como se les da la gana”, apunta.

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